Granada, en la actualidad, se ha convertido en uno de los grandes centros musicales de nuestro país; efectivamente, nuestra ciudad cuenta con diversas instituciones de carácter musical de prestigio, que contribuyen al desarrollo de este importante proyecto cultural en torno a la música clásica. Basta señalar la Universidad de Granada, que integra la Cátedra Manuel de Falla en su Facultad de Bellas Artes; el Conservatorio Superior de Música ?Victoria Eugenia? y el Conservatorio Profesional de Música ?Ángel Barrios?, así como otras instituciones educativas; el Festival Internacional de Música y Danza, con los Cursos Manuel de Falla; la Orquesta Ciudad de Granada, la Fundación Archivo Manuel de Falla, el Centro de Documentación Musical de Andalucía, la Banda Municipal de Música, o los numerosos solistas, grupos de cámara, formaciones corales y demás asociaciones que trabajan por y para la música.

Manuel de Falla, el compositor más universal que ha dado nuestro país, no nació en Granada, aunque su figura está íntimamente vinculada a esta ciudad y probablemente esté en el origen de la intensa vida musical que tenemos en estos momentos.

Manuel de Falla vivió los mejores veinte años de su vida creativa en Granada. Su carmen era punto clave de reunión para la vida cultural granadina, por lo que fue -y es aún- considerado como parte esencial del patrimonio cultural de la ciudad. En el entorno de la Alhambra compone gran parte de su obra Homenaje pour le Tombeau de Claude Debussy, El retablo de maese Pedro, el Concerto para clave y cinco instrumentos, Psyché, el Soneto a Córdoba, gran parte de la suite Homenajes y de Atlántida, así como la música incidental para el Misterio de los Reyes Magos o El Gran Teatro del Mundo de Calderón y La vuelta de Egipto de Lope. Es una época en la que está viva la presencia y la amistad de Federico García Lorca, como en el Concurso de Cante Jondo (1922) o en las conmemoraciones gongorinas de las que fue espuela decisiva Gerardo Diego (1927).

Hasta el carmen de la Antequeruela llegaba, muy crecida, la correspondencia de los distintos amigos europeos: Ravel, Dukas, Poulenc, Milhaud, Stravinsky, Bártok, Prokofiev, Landowska, Koechlin, entre otros.

La idea de levantar lo que sería con el tiempo el Centro Cultural Manuel de Falla tiene una larga evolución desde su origen hasta sus resultados finales: el primer paso se dio en 1962, cuando el Ayuntamiento de Granada decidió adquirir el carmen cerca de la Alhambra donde residió el compositor hasta 1939, para convertirlo en Museo.

El siguiente paso fue la idea de construir el propio Auditorio para ofrecer a los granadinos una sala de conciertos, que contara además con diversas instalaciones culturales y zonas para exposiciones así como espacio para instalar el Archivo Manuel de Falla. En el año 1973 se designa al arquitecto José María García de Paredes para realizar este proyecto. Las obras se iniciaron en el año 1975 y el concierto inaugural se celebró el día 10 de junio del año 1978, a cargo de la Orquesta Nacional de España bajo la dirección del maestro Antonio Ros Marbà.

El Auditorio.

Como resultado de un minucioso estudio preliminar sobre las principales salas de concierto existentes en el momento se llegó a determinar la relación óptima entre el volumen de aire interior y la capacidad del Auditorio para obtener las mejores condiciones acústicas (8 a 10 metros cúbicos por persona). Este factor volumétrico íntimamente ligado con el factor económico aconsejó no sobrepasar la capacidad de las denominadas ?salas medias? europeas, entre el Konserthus de Gothenburg y el Queen Elizabeth Hall de Londres.

El estudio acústico del Auditorio fue realizado por el Profesor Lothar Cremer, que fue asesor acústico en la construcción de la nueva Philharmonie de Berlín. El techo del Auditorio, que se encuentra dividido en pequeñas superficies convexas cuidadosamente diseñadas, desarrolla las funciones de ?difusión? del campo sonoro. La existencia de paredes reflectoras a ambos lados del escenario quebradas por pequeños balcones, garantizan, no sólo un excelente contacto entre los músicos sino, también, un equilibrio sonoro óptimo entre los instrumentos de cuerda y el metal. En consecuencia, la reverberación obtenida en el Auditorio es de 1,85 segundos para la región de las frecuencias medias, la más adecuada para una sala de estas características.

Así pues, el Auditorio Manuel de Falla, por sus condiciones acústicas y arquitectónicas, por el conjunto de las instituciones que alberga, por su especial ubicación, por el contenido de su programación, por su historia y por el nombre de su titular, es sin duda uno de los grandes recintos musicales no sólo a nivel nacional.